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Mostrando entradas de mayo, 2019

CONVERSACIONES CON MI GATO: Páginas de nuestra vida, por David de Molay

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Cuando los mortales comenzamos a escribir el complejo libro de nuestra existencia, debemos tener presente una importante regla: nada tiene que ver con el estilo, ni el formato, ni la caligrafía, pues todo es libre albedrío. Sabemos que las páginas del libro de nuestra vida estarán repletas de quimeras, encrucijadas, buena o mala suerte, amor, desamor, lágrimas, risas… Por eso las páginas del ayer deben pasarse y dejar marchar, no debemos releerlas nunca, el pasado debe seguir su camino, hay que vivir las páginas que escribamos cada día, las del presente, las que nos hacen sentir cada instante, las que escribamos en el momento, las del día a día. Y las del mañana, las páginas del futuro, todavía no existen, están por escribir y sólo pertenecen al mundo de lo incierto… CANTO AL AMOR A veces pienso que eres hijo de la ternura y del dolor,  parte de los cuatro elementos:  del aire, tierra, agua y del fuego. Aire: viento, brisa,  tramontana o huracán.  Tierra:

TEMAS E IDEAS: Dos apuntes sobre mí, por Ancrugon

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EL INDIO DE PLUMAS ROJAS El primer recuerdo de mi infancia es un indio con penacho rojo que dibujé sobre un papel cuadriculado. Junto a la ventana del comedor miraba a la tarde que caía con lentitud de pluma mientras todo se llenaba, envuelto en ese silencio suave de las cosas amables, de las sombras amigas y acogedoras de los atardeceres de otoño. Entonces, claro, no lo supe, pero algo extraño, no sentido anteriormente, recorrió mi cuerpo de niño y, sin saber la causa, una tristeza inmensa se apoderó de mí y comencé a llorar sin motivo alguno, al menos aparente, y es que la soledad, ahora lo descubro, había llegado para conocerme. Y en las nubes carmín del horizonte encontré mi primera sensación fría del destino. En aquel momento, como producto de una inspiración repentina, mi mano comenzó a trazar líneas y más líneas en movimientos rápidos y nerviosos, mientras sorbía los mocos con sabor a mar de mi desesperación. Y allí, sobre aquel papel cuadriculado y amarillent

ESCRITOS DE MI MEMORIA: Para papá, por Carmen Tomás Asensio

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Cuando viajaba como inspector, nos comprometimos a escribir cada día. Lo cumplimos. Yo las recibía a diario y no las leía en el momento de su llegada. Demoraba su lectura a los pocos ratos de intimidad que me permitía el ajetreo de la casa y la relación con mis hijos. Cartas de amor, hermosas cartas que reservaba para mi soledad. Para saborear su contenido cuando ya los niños estaban acostados. Sólo el bebé que amamantaba yo en ese momento, tenía el privilegio de sentir mi alegría o mi preocupación, cuando las leía. Los demás niños recibían las noticias de su padre, adaptadas a su edad, al día o al momento siguiente. Siempre había palabras y cariño para ellos. Los viajes profesionales de mi marido. Tenía ganas de regresar a casa y le resultaba difícil por los pocos transportes que había desde los pueblos hasta Teruel. Algunas comunicaciones ni siquiera eran diarias. Para adelantar su regreso, cuando terminaba su trabajo, se iba caminando o haciendo auto-stop. Enton

PENSAMIENTOS: Sobre el secreto, por Ancrugon

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Lo importante es tener y que nadie lo sepa. Mi abuela Es lo oculto, lo ignorado, lo escondido, lo separado, la llave que todo lo guarda, los pasos sigilosos, las palabras reservadas, el roce clandestino, el conocimiento atesorado, la virtud silenciosa, la propiedad misteriosa, la capacidad por descubrir, el arte dormido, el milagro esperado… El secreto, ese desconocido que sólo a ti te pertenece. Ahora conozco el secreto de hacer la mejor persona: crecer bajo el aire abierto y comer y dormir con la tierra. Whitman, Walt A menudo he admirado la forma mística de Pitágoras, y el secreto mágico los números. Browne, Thomas Amores, dolores y dinero, no pueden estar secretos. Anónimo A quien le dices tu secreto le vendes tu libertad. Howell, James Cada mujer contiene un secreto: un acento, un gesto, un silencio. Saint Exupery, Antoine de ¿Cómo pretendemos que guarde otro un secreto, cuando nosotros mismos no lo hemos podido guardar? Rochefoucauld Cuántos