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Mostrando entradas de octubre, 2018

CONVERSANDO CON MI GATO: Tu amor se mece en mi tiempo…, por David de Molay

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Frente a mí veo como se marchan los días, llevándose con ellos todo lo vivido, mientras va llegando la noche silenciosa, para preparar la llegada de un nuevo día que traerá lo que he de vivir, pero siempre existirá la incógnita sabiendo cuándo es el principio, pero no el final. Entretanto, nos dejaremos llevar por el tiempo, repartiéndolo entre lo vivido y lo que quede por vivir; aunque no sepamos cuándo es él…          Me gusta saber que el cielo y sus misterios son testigos de cómo tu amor se mece en mi tiempo, pues las estrellas trían nuestros sueños y la luna vigila nuestros sentidos, mientras tu amor se mece en mi tiempo… Y es el sol de la mañana el que nos invita a las pasiones, mas en el atardecer nos buscamos en la luz del ocaso para que tú me digas lo que me quieres y yo… lo que te amo, mientras tu amor se mece en mi tiempo.          Como hojas llevadas por el viento, seguimos este periplo llamado vida, a pesar de sus quimeras, entresijos, risas y lágrimas, encrucijadas

TEMAS E IDEAS: Cosas cotidianas, por Ancrugon

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“Yo lo vi todo. Estaba en la cocina, preparando la comida, pues mi marido quiere comer siempre a las dos, ¿sabe?, y él es muy estricto en esto de los horarios, y allí, en la cocina, tengo una ventana muy grande, porque yo pienso que las habitaciones, y sobre todo las cocinas, deben tener mucha luz, eso da mucha alegría a la casa, ¿sabe? Pues bien, dio la casualidad de que yo estaba asomada en ese instante a la ventana, porque escuché algo extraño que me llamó la atención, no se vaya a creer que me paso las horas cotilleando, no, yo no soy de esas, pues yo pienso que cada uno en su casa y Dios en la de todos, ¿sabe? Pues, como le iba diciendo, cuando me asomé, lo vi, lo vi todo perfectamente. Verá, el pobre hombre salió del portal, ¿sabe?... Sí, sí, de éste mismo, él vivía dos pisos más arriba del mío. Yo lo había visto alguna vez en el ascensor, pero no lo conocía mucho, aunque parecía una buena persona, creo que vivía solo, pero no se lo puedo asegurar, y es que en estas fincas ca

ÉRASE UNA VEZ: El color que cayó del cielo, de H.P. Levecraft, por Melquíades Walker

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Decir Lovecraft es nombrar al miedo. El escritor estadounidense, nacido en Providence el 20 de agosto de 1890, es considerado el gran renovador de los relatos de terror, creando, para ello, su propia mitología que dio a llamar Cthulhu , donde no sigue la temática acostumbrada de lo sobrenatural, de las típicas apariciones fantasmagóricas o demoníacas, sino que crea lo que se denomina el horror cósmico , utilizando el universo de la ciencia ficción como medio para desarrollar sus fantasías y temores. Desde su más tierna infancia le venía a Howard Phillips Lovecraft su afición por lo misterioso, gracias a su inflamable imaginación de niño prodigio, la cual se encendía con facilidad ante las posibles aventuras, o descubrimientos, en los lugares más recónditos, abruptos o impenetrables, huyendo de la férrea opresión familiar, su madre, viuda, y sus tías, que le conducía hacia los paisajes grises de la soledad y la melancolía. Encerrado en la biblioteca de su abuelo, se convirtió en