CONVERSACIONES CON MI GATO: Tiempo de orugas y rosas, por David de Molay
JUNIO...
Perfecto meridiano de tantos Deseos. Junio
por el medio del año, y en su cofre, un solsticio de verano, la noche más corta
y el día más largo.
Junio seductor, y en ti meridiano la noche
mágica de San Juan, la noche de los cuatro elementos príncipes de la creación:
Agua, Fuego, Tierra y Aire. Noche mágica entre cábalas, oraciones, conjuros,
hechizos, supersticiones, profecías y Deseos.
Mientras los sueños han despertado
deslizándose por el tobogán de un arco iris colgado en el cielo, como olvidada
una de esas largas tardes en las primeras tormentas de recién llegado verano.
Todo eso es Junio, ecuador del calendario,
y su día más largo como los deseos.
La vida es empujada por el tiempo, hacia
el final del principio… atrás quedará todo lo vivido, los sentimientos, los
pensamientos y los sueños, y en el nuevo principio tras el final, sólo el alma
renacerá para cruzar el umbral de la eterna existencia de un nuevo plano
sideral o astral.
Sólo habrá un pensamiento, un solo
sentimiento y un solo sueño: el amor… energía única y vital, para reintegrase
devuelta a la armonía y a la eterna luz, y al retorno de una nueva alma…
Mirarte a los ojos
y besar tus labios
es lo que quiero,
mirarte, besarte,
cada mañana cuando despierto.
Que tu aliento
calme la sed que por ti tengo,
y beber de la
fuente de tus deseos,
mirarte, besarte,
cada mañana cuando despierto.
Pensarás que estoy
más lejos de lo que creen
tus pensamientos…
pero estoy más cerca
de lo que tu
corazón desea,
mirarte, besarte,
cada mañana cuando despierto.
Cuando los sentidos y sentimientos quedan
ingrávidos entre quimeras y de extrañas metáforas, y no hay palabras capaces de
formar oración alguna para expresar lo que uno necesita, crece en el interior
la desazón de ver que a veces la vida parece volverse rara, girando a rumbos
extraños, mas la pena se agrava, pues no tiene sentido alguno saber, que como
las rosas, los ángeles también mueren…
En la noche que cautiva la inspiración de
los poetas, músicos, trovadores, madrigales, enamorados y soñadores, es la
noche que cautiva a los que desean lo ajeno, a los que desafían el honor en
busca del lance, los que rondan por las rejas en busca del beso robado y del
escarceo furtivo, de las almas muertas y de las almas vivas; es la noche la que
cautiva al lobo, a la luna llena, a las mareas del mar, y a la fuga intrépida y
desordenada de estrellas, a los enigmas, quimeras y encrucijadas; es la noche
la que cautiva al hombre, ante la gran obra de Dios; es la noche la que cautiva
al misterio y a la cautela, al anonimato, al recogimiento y a la meditación, al
amor desenfrenado, y al adiós inesperado.
Por todo eso y más me cautiva la noche.
LA ORUGA Y LA ROSA
Cierta mañana entre finales de marzo y los
primeros días de abril, comenzaba a nacer el día, los primeros y emergentes
rayos del sol iban apartando las últimas sombras de la noche, y posicionando
las de la nueva mañana, pintando con su luz el color de un bello día
primaveral, el estallido de vida era patente, el trasiego de las madrugadoras
aves, camino de sus quehaceres de subsistencia, los inquietantes chorros de una
fuente, formando bellos destellos de plata, suben y bajan, hasta estrellar su
algarabía en el fondo de la pileta de la fuente, formando mágicas ondas que se
esparcen sobre el espejo del agua remansada.
Junto a la fuente y sobre un pequeño
montante, un grupo de hermosas y vistosas flores, exhiben con orgullo sus
formas y colores, regalando a la brisa mañanera sus perfumes. Entre este grupo
sobresalía una hermosísima y esbelta rosa de un intenso color rojo, sobre sus
aterciopelados pétalos habían fijas unas gotas de rocío, era como si la rosa
estuviera adornada de bellas y cristalinas perlas, que aún hacían más bella y
atractiva su belleza, sobre una de las ramas que nacen en su tallo y con la
mirada fija en la hermosura de la rosa, una oruga contemplaba extasiada el
hermoso sueño que tenía ante ella.
Con voz trémula y respetuosa se dirigió a
la rosa:
- Buenos días tengas hermosa rosa. Eres
muy bella y te admiro casi hasta tener envidia de tu belleza, sin duda que eres
la reina de las flores.
Sorprendida la hermosa flor, respondió al
trémulo gusano:
- No me azares, soy como todas las flores,
pues nacemos para dar belleza a la vida y disfrute a todos los humanos y llevar
inspiración a los poetas, pintores y artistas… Además, todos somos hermosos en
nuestra forma y aspecto.
La oruga, rápida, respondió a la rosa:
- ¡Todos no! ¿Tú me has visto con este
aspecto monstruoso? Todo el resto de las
flores de por aquí me desprecian e incitan a las aves para que intenten
quitarme del medio… Por eso vine hasta aquí, pues llevo varios días aferrado a
la rama de tu tallo y nunca me has dicho jamás nada sobre mi aspecto.
La rosa invitó a la oruga a que escalara
hasta sus pétalos y obsequiarle con su suavidad y perfume.
- Algún día, y no a de tardar mucho, todos
los que ahora te desprecian, te admirarán, incluso te envidiarán, tenlo por
seguro.
La oruga no entendía nada de aquella
especie de profecía que la rosa le había contado.
Durante un tiempo siguió la amistad de la
bella rosa y la fea oruga.
Un día, al amanecer, la rosa observó que
su inquilina de tallo había desaparecido, y en el interior de su corola saltó
un pálpito de emoción y esperanza.
La primavera y los días iban corriendo en
su cotidiano calendario aproximándose hacia las puertas del verano. Y cierto
día, cuando la aurora comenzaba a enviar la mañana para preparar el nuevo día,
la rosa despertó antes que le alcanzaran los primeros rayos del sol, pues un
extraño aleteo hizo abrir su hermosa corola, y sobre sus pétalos yacía una
hermosa y bella mariposa monarca, de los más bellos y variados colores y
dibujos. El perfume de la rosa aumentó de frescor e intensidad; la recién
llegada se dirigió a la rosa:
- Buenos días, querida rosa, ¿sabes quién
soy?
A
lo que la rosa respondió con alegría:
- Mi inquilina la oruga.
- Mi inquilina la oruga.
-
¿Cómo me has conocido tras este cambio?
- Porque todos, a lo largo de nuestra
efímera vida, sufrimos cambios que el gran Creador, dueño y señor del destino,
siempre nos los guarda para que cuando alguien nos desprecie por nuestro
aspecto o forma nos abramos para demostrar que siempre, en nuestro interior,
nace y vive un ser hermoso, capaz de demostrar que al final existe la gran
recompensa que esperar vale la pena.
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