CONVERSACIONES CON MI GATO: Alguna vez… Abril, por David de Molay
Florecen los deseos como las lluvias
mil, las lluvias de abril.
Se rompe el milagro en millones de
pedazos, como demostración de que mucho más allá hay algo.
Estalla la policromía como una vendetta
entre la vida y la esperanza; sólo hay cabida entre la luz y el tiempo para que
surja la bella dama, Primavera, la llaman.
Resurgen mil preguntas en la fría
noche, pero son los días de abril los que dan las respuestas a esas mil y otras
mil más, el desafío del rosal, la alegría del clavel, la complicidad de la
margarita, la locura del jazmín, el misterio de la orquídea y así una tras otra
hasta más de mil.
Las flores de abril, la lluvia, la luz,
el despertar de la misma vida y los desenfrenados deseos del amor, el amor de
Abril.
Alguna vez podremos mirar a la luz sin
que nos deslumbre.
Alguna vez veremos morir el odio y
enterrarlo con la ira.
Alguna vez nos ampararán los derechos
por igual.
Alguna vez ni ricos ni pobres, ni
razas, ni religiones.
Alguna vez volveremos a vivir en
nuestro planeta limpio y azul.
Alguna vez el respeto por la vida será
la auténtica doctrina y prioridad del ser humano.
Alguna vez el canto a la verdad, a la
libertad y al amor será el himno del universo.
Alguna vez podremos amarnos los unos a
los otros.
Alguna vez habrá… alguna vez.
Mi corazón y pensamiento suman querer y
sentimientos, y el alma cuadra la suma, y debo decirte, mi niña, que el saldo
matemático no falla, según la cuenta, noventa besos me debéis; pagadme cien…
y os devolveré diez.
Cuando las rosas se abren en las frescas
mañanas de la primavera, esos, son bellos momentos.
Cuando la tarde deja el día, para
refugiarse en el hermoso ocaso en los atardeceres de marzo, son bellos momentos.
Cuando una estrella cruza fugaz la
noche para perderse en su infinito, llevándose en su estela sueños y deseos,
son bellos momentos.
En los días que parece que no entiendes
el porqué de las cosas y recibes el experto consejo de un anciano, son bellos
momentos.
Cuando la monótona rutina del tiempo es
rota por la risa de un niño, son bellos momentos.
Cuando tú y yo nos encontramos en el
prólogo del primer beso del día y tú me dices: amigo, y yo te digo: amiga, son
bellos momentos.
Cuando te abaten las circunstancias y
acucian las angustias y una voz amiga, o anónima, te dice: Aquí estoy, son
bellos momentos.
Si en un instante sientes la necesidad
de susurrar una oración y sólo puedes decir: Gracias, Señor, son bellos
momentos.
Cuando las gotas de lluvia se deslizan
por las hojas de los árboles hasta su destino final, y el cielo gana la batalla
a la tormenta, y un arco iris une cielo y tierra, son bellos momentos.
Cuando una mano estrecha la tuya, y las
miradas se encuentran en el cénit de la sinceridad, son bellos momentos.
Cuando una sonrisa llega a tiempo, una
caricia en el instante preciso, unas lágrimas afloran la emoción, un guiño te
motiva, la caída de las hojas te inspira, oír la quietud del silencio te
alivia, son bellos momentos.
Contemplar cómo las olas cruzan la
frontera entre el mar y la playa, para acariciar la orilla y revolotear por la
arena, son bellos momentos.
Son bellos momentos, ahora, en este
instante que escribo esto, para transmitir algunos de los bellos momentos que
la vida nos depara… Sabemos que hay un tiempo, pero no sabemos cuándo será su
momento final; lo mejor es vivir todas las circunstancias que nos depare
todavía, todos los más bellos momentos que nos de ese tiempo que nos queda.
El rato que me he inspirado y redactado
esto, me he dado cuenta que ha sido uno de esos bellos momentos.
Cae mansa la tarde como lluvia de
abril,
atardece en ese periplo reservado ente
el medio día y la noche, como pintadas el cielo, se van con nostalgia por el
horizonte nubes de carmesí, que el anonimato acompañan al ocaso.
Nubes que se evaporan como los últimos
besos de cada día, como si fueran a ser los últimos,
pero es el primer beso el que se
recuerdan siempre.
Gotas de lluvia de abril, son como las
lágrimas de la adolecente, cuando por primera vez le llora a la pasión,
cuando los sentimientos corren por las
venas como lava encendida, y en la boca, como precursores aves comienzan anidar
los besos, esos besos que quedan para siempre… hasta el final,
porque es el primer beso el que se
recuerda siempre.
Y siempre vienen al recuerdo, esos
besos que se recuerdan siempre, hasta el final, pues son los besos de una tarde
de lluvia de abril.
Si al caer la tarde mi mirada se pierde
en el infinito,
y mis palabras no encuentran razón
alguna,
porque no entran el camino de la
expresión,
eso puedes llamarlo soledad.
Si en mis ojos se han secado el caudal
de mis lágrimas
y no fluyen por falta de sentimiento
alguno,
eso será porque habré enfermado de
olvido.
Si ver el cielo estrellado no me
motiva,
ni las olas del mar me atraen,
ni el frescor de las primeras rosas
de la mañana no alivian,
ni la luz del amanecer no llega
a profundizar en mi alma,
eso será la señal de que tú
me has dejado de querer.
En los momentos que el día invita a la
reflexión y al reencuentro con uno, que es lo mismo que al encuentro con la
soledad.
Tu recuerdo alimenta mi nostalgia, y
esta última acrecienta mi deseo y necesidad, durante todo el largo tiempo que
tú junto a mí no estás. Dando la sensación de que este amor se hace amargo,
este amor que comenzamos a bebernos tú y yo a largos tragos; y ahora parece
como si apenas nos quedara un sorbo.
Pero nunca tendremos sed, pues una gota
de nuestro amor es un inmenso caudal; es en estos momentos de mi reencuentro
cuando sé todo lo que tú eres para mí.
Tú eres el refugio de mi otoño, tú eres
la voz de mis silencios, las frases en mi pluma; tú eres el consuelo de mis
lágrimas, el viento que me empuja, la luz que me guía, el sosiego en la rutina.
Tú eres las noches en mis días, el alba
en mis amaneceres, el ocaso en mis tardes; tú eres la brisa que me inspira, el
manifiesto de mi existencia, el aire que respiro, tú eres el motivo de mis
plegarias, la anfitriona de mis sueños, tú eres el destino de mis sentimientos
y deseos, tú eres el agua que calma mi sed, la sombra que junto a la mía
camina, tú eres la música en el pentagrama de mi alma, tú eres el mejor
manifiesto de mi amor.
Y de mi amor eres la única tercera
persona de mi presente de indicativo del verbo ser… Tú eres mi amor.
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